CATALOGACIÓN DE OBRAS PICTÓRICAS INÉDITAS DE ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS EN EXTREMADURA
Hemos localizado en una casa particular una obra inédita del recientemente fallecido Jaime de Jaraíz (4 de septiembre de 2007). Natural de Jaraíz de la Vera, donde nació el 23 de abril de 1934, hijo predilecto de su pueblo y miembro de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras. Estudió y fue profesor de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando gracias a una beca que le dio su pueblo. Tras el éxito de sus obras en España se decide exponer en el extranjero, Estocolmo en 1963; Johannesburgo y Pretoria en 1966; Texas en 1967; New York, Dallas y Los Ángeles en 1968, etcétera.
Adelardo Covarsí
Paisaje
Fdo. Ang. Inf. Izqdo. Adelardo Covarsí
Colección particular (Cáceres)
Óleo sobre lienzo
Circa década 1910
Medidas: faltan
Sorprende, por su versatilidad, este bello paisaje del pintor pacense Adelardo Covarsí Yustas (1885-1951), quien debió ejecutarlo en el transcurso de su carrera en el que se vio seducido en cierto modo por el tratamiento pictórico y lumínico del impresionismo francés, a raíz del viaje que realizó en 1907 por Europa, una vez establecido como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Badajoz. En dicho viaje pudo visitar distintas ciudades de Italia, Francia, Inglaterra y los Países Bajos, y, dada las influencias con las que entró en contacto en dicho periplo, la crítica histórico-artística ha hablado de cierta modernidad en los cuadros de paisaje que realizó inmediatamente después.
En dichos lienzos, del que sin duda es deudor el que nos ocupa, tomaron forma plástica las impresiones lumínicas anotadas en un cuaderno, que luego recreó en el taller, con una técnica próxima al Impresionismo, que sin duda conoció. Pinceladas amplias, jugosas, hábiles y de factura suelta, a veces muy empastadas, de menor tamaño en otras, combinadas con un alegre y atractivo colorido y un sistema abierto de composición, sin previa organización de los elementos integrantes del lienzo.
De este modo se puede definir la etapa de controlado impresionismo, que en el caso de Adelardo Covarsí daría paso, a partir de 1920, a convertir en protagonista de sus lienzos a la llanura extremeña, en unas vistas plasmadas bajo tonalidades rojizas, naranjas o violetas de una luz crepuscular que ambienta lejanos horizontes poblados de algodonosas nubes teñidas de matices rosáceos; estos paisajes, poblados con sus ya consabidos cazadores o gentes portuguesas, harán de los mismos lo más característico de su producción. Por tal motivo, sus paisajes más modernos se han convertido en la actualidad en piezas muy difíciles de admirar y más aún de adquirir, pues los años que sucedieron al viaje por Europa de 1907 no dejaron de ser, dentro de toda su carrera, una etapa de experimentación.
Eugenio Hermoso
Colección particular
Trujillo
Firmado. Ang. Inf. Dcho: “Eugenio Hermoso 1947”.
Oleo sobre lienzo
Medidas: 54 x 48 cms
La obra pertenece a esa amplia gama de bellas mujeres que protagonizaron la obra de Eugenio Hermoso. La modelo aparece representada en otras obras del autor. La representación concentra la atención en el rostro, en cuya mirada, desde el punto de vista técnico perfila y encaja su determinación. Se trata de una joven morena, con el rostro serio y mirada penetrante hacia el espectador., dentro de esa corriente general de su producción en la vertiente popular. En una sutil y poética gama de colores que predomina el rojo de los labios, el rostro encarnado, y el pelo negro que contrasta con el blanco de la blusa.
Antonio Solís Ávila
Autorretrato?
Fdo. Ang. Inf. Dcho. “Solís Ávila”.
Firmado “Solís Ávila” también en el lienzo por la parte trasera del ángulo superior derecho.
Trujillo
Óleo sobre lienzo
S.f.
65 x 81 cm
Dentro de la temática de corte regionalista se encuadra el autor de este magnífico retrato sin fecha, realizado con la técnica del óleo sobre lienzo. Nacido en 1894 en la localidad cacereña de Madroñera, Antonio Solís Ávila se caracteriza por haber sido un artista muy versátil, proclive a manejar tanto el óleo como el dibujo, para cuyo desarrollo encontró en el Madrid de los años 20 y 30 del pasado siglo, una activa clientela que supo hacer de sus obras las mejores portadas e ilustraciones de revistas entonces tan demandadas como La Esfera.
Contemporáneo de artistas como Eugenio Hermoso o Adelardo Covarsí Yustas, es a este pintor al que más se acerca Solís Ávila en el cuadro que nos ocupa, habida cuenta de la importancia que entonces gozaron entre el público las escenas cinegética del pacense. Es probable que el cuadro sea un autorretrato del artista vestido con traje de caza, dispuesto en diagonal, según es frecuente en este género, portando el rifle en sus manos y la cartuchera en la cintura. La chaqueta o casaca granate que viste contrasta con el fondo, en el que tímidamente apreciamos acentos paisajísticos, que pudieran estar recreando algunos de los parajes extremeños de la provincia cacereña.
Dentro de la trayectoria del artista, el género del retrato tuvo su importancia, ya que a su cultivo y desarrollo le dedicó la primera etapa de su carrera artística, en un principio a través del dibujo, que le valió en Madrid la posibilidad de colaborar, a partir de 1917, en revistas como la Acción, La Esfera, Mundo Gráfico, Blanco y Negro y la Compañía Ibérica de Publicaciones. Su éxito en Madrid bien lo puso de manifiesto la conferencia que en 1924 le dedicó La Academia de Bellas Artes de San Fernando e impartió el crítico de arte y secretario de la misma, José Francés bajo el título Solís Ávila, intérprete de los rostros transitorios y de la naturaleza permanente.

Jaime de Jaraíz
Niña con cesto de flores
Fdo. Ang. Inf. Dcho. JAIME DE JARAIZ
Colección particular. Zorita (Cáceres)
Oleo sobre lienzo
1974-1975.
Medidas: 65 x 50 cms.
Obra del pintor verato, fallecido recientemente, Jaime García Sánchez, conocido artísticamente como Jaime de Jaraíz. Fue adquirida en Madrid, en el transcurso de la exposición realizada por el pintor en 1975.
Esta obra la centramos en la trayectoria pictórica de los años setenta a los noventa, destacando el tratamiento de la representación de paños y frutas, y el divisionismo cromático que es lo que verdaderamente le proporciona personalidad a su pintura. Su iconografía personal está empapada de ideales clásicos, funde el pasado con el presente, como ocurre en esta obra, donde se observa una fina sensibilidad musical.

Nos envuelve la obra, con la ayuda del color y los efectos lumínicos, en un estado onírico. La luz es el alma del color. Plasma la realidad que él
ve o que le gustaría ver a su alrededor, rodeada de paz, ternura y belleza, en busca de un mundo idílico. Deja caer la luz creando modelados y ha reflejado la luz deslumbrando al espectador. Su uso particular de la luz es, junto a su técnica, uno de los elementos que más caracterizan la composición.
Juan José Narbón Terrón
Figura
Fdo. Ang. Inf. Izqdo. “J J Narbon 74”.
Colección Particular. Cáceres.
Óleo sobre lienzo
1974
46 x 55 cm
El pintor natural de San Lorenzo de El Escorial, e hijo adoptivo de nuestra tierra por sus raíces maternas y por el hecho de haber estado viendo en Cáceres desde 1939 hasta su reciente fallecimiento, Juan José Narbón Terrón, se manifiesta en este óleo sobre lienzo de pequeño formato en sus planteamientos más genuinos y en su más íntima familiaridad sobre la tela, a pesar incluso de ser conscientes que el soporte preferido por el artista era el papel y no el caballete, al entender que el papel era un auténtico laboratorio de ideas para sus creaciones posteriores.
La obra que nos ocupa se enmarca y se justifica a tenor del arraigo que el artista experimentó en nuestra tierra después de pasar una infancia problemática a raíz de los problemas inherentes a las consecuencias derivadas de la Guerra Civil, que siempre le marcaría; un arraigo rápido y profundo a pesar de los problemas que tuvo que superar ante la incomprensión de una sociedad, la extremeña, a la que se había privado del arte de vanguardia en función de orientaciones más clásicas.
En el lienzo se hace patente el modo propio que encontró el pintor a mediados de los años de la década de 1970, después de tantear en distintas direcciones y lenguajes estéticos; fruto de su arraigo en lo rural y apego a lo extremeño, surge esta tela que podemos interpretar como un exponente del mundo interior del artista, en el que indaga en los contenidos y referencias de su propia tradición cultural, y desde el que se vislumbra un elemento paisajístico nuevo, representativo de su modo de hacer, lleno de hallazgos y recursos que vienen a enriquecer nuestro imaginario. Un mundo donde ese manierismo rural es roto con tachones, manchas, colores oscuros y estridentes, garabatos y monigotes que surgen de su mente orgánica, según ha comentado en varias ocasiones María del Mar Lozano Bartolozzi.