Don Ramón hacía el trayecto de la Casa Parroquial a San Martín, verdaderamente pisaba poco la Cuesta de la Sangre... el tramo de La Plaza a la puerta principal de la Casa Parroquial (donde también se sitúa el palacio de Chaves Sotomayor) bien podría ser la Calle de Don Ramón y el resto Cuesta de la Sangre, así respetamos la voluntad de aquel arrepentido pecador y malvado inquisidor de Granada que tanta sangre hiciera correr dirigiendo su 'Santo' Tribunal (digo yo que se arrepentiría).
Esto de la calle tiene remedio lo que es difícil de arreglar es la mente talibán fundamentalista y la del Ayuntamiento en Pleno. Que poca personalidad. Dedicar una calle a Don Ramón está en la mente de todo Trujillo, de talibanes, rojos, fachas y tiramisues. Si el Excelentísimo tenía en cartera lo de la calle no debería haberse cortado por una carta que además es amenazadora, ofensiva y fea et que había recibido un par de días antes con 500 firmas, el Ayuntamiento en pleno tiene más de 500 firmas, es el Pueblo. Vº Gª. Debería haber seguido con el proyecto inicial consensuado con toda la oposición. Además Don Ramón y cualquiera hubiera preferido un consenso general al de una pandilla de ofendedores de otras calles "que no es necesario mencionar porque están en la mente de todos". Me queda la duda si se refieren a la Juan Tena, Juan Moreno, a los Coros y Danzas de Huertas o a la calle 11 de Marzo, a esta última creo que no, a Juan Moreno menos y a los Coros nada, no se tiene jurisdicción pues es una cuestión exclusiva de los vecinos del Núcleo y ahí no hay ni que entrar, ya tuviéramos los trujillanos ese espíritu solidario y de unidad del que gozan los guarteños.
Decidido, la calle de Don Ramón la que os he dicho, entre la Plaza y la Casa Parroquial, al inquisidor que le zurzan, le dejamos el resto que es más trabajoso de subir y sea el Ayuntamiento quien ponga el nombre, motu propio, pues se les había ocurrido antes y queremos los demás.
Don Ramón fue un bien público y su calle es cosa de todos.
DATOS: El inquisidor Gabriel Pizarro de Hinojosa fue un trujillano que al fin de sus días decidió preparar su entrada en el Paraíso mandando construir esta iglesia de la Sangre pocos días antes de su muerte, en 1625, para uso y coro de los ochenta clérigos presbíteros del Cabildo de Capellanes a cambio de que le enterrasen en la peana del Altar mayor dedicándole a perpetuidad cuatro misas cantadas y doce rezadas cada semana, todas con sus correspondientes responsos. Mendizábal acabó con el Cabildo y últimamente fue local para distintos movimientos sociales de la Iglesia con una pequeña taberna que atendía ancianos, jóvenes y últimamente hasta turistas pues el local conocido como El Sotana sorprendía por su variopintez. Ha sido cerrado totalmente y sus clientes cambiaron al nuevo Sotana en la calle Ballesteros que ahora se llama Sonata. Quién le iba a decir al Inquisidor que su iglesia se convertiría en taberna.