Con esa actitud podemos caer en el maniqueísmo de buenos o malos, fachas y rojos, que yo creía que a estas alturas de la democracia eran conceptos ya superados, pero ya veo que no.
En la actualidad, las diferencias que puedan presentar uno u otro partido no son muy grandes y más aún en estos momentos de crisis donde gran parte de la política, y sobretodo la política económica, viene dictada por Europa.
En cualquier caso no comparto ese tipo de expresiones que tratan de ahondar en las diferencias, no son las más adecuadas, si bien es cierto que en estos momentos parece que afloran actitudes y comportamientos propios de otra época. Me parece lógico que el personal, como se suele decir, “arrime el ascua a su sardina” y los que en otros momentos comulgaban (y ¡ojo cómo comulgaban!) con los anteriores gestores ahora flirteen con los nuevos regidores de nuestra Ilustre ciudad. Es parte de la condición humana, con lo cual ni principios, ni ideas, ni derechas, ni izquierdas, ni rojos, ni azules, si no todo lo contrario.
Pero esa es la esencia y la grandeza de la democracia, hoy unos y mañana o pasado mañana otros, con lo cual habrá gente que no consigan poner en orden sus ideales en la vida.
Por último, a mi antiguo profesor, al que estimo, si me permite un consejo de alumno, le pediría una sola cosa: es el espejo en el que se ven muchos niños, es educador de jóvenes, por tanto, no caiga usted en la tentación de ahondar en diferencias que ya están superadas.